Hugo Almonte nace en Bayaguana, República Dominicana, el 14 de Diciembre del 1968. Desde temprana edad muestra una inquietud por la pintura y el dibujo inquebrantable. Es un artista autodidacta que ha participado en innumerables exposiciones . Sus obras gozan del aprecio de una cantidad enorme de coleccionistas y admiradores del arte a nivel mundial. Sus obras están esparcidas en las galerías más importante de su pais.

Reflexionar sobre la pintura de un artista, monitorear como pinta, hurgar en cada rincón de su taller buscando rastros e indicios de su mecánica de trabajo; evidencias que denuncien su metodología, técnica, procedimientos y depuración. Luego conocer su formación académica si la tiene, su nivel intelectual, currículo, logros, y como si todo esto fuera poco profundizar en su persona: honestidad, profesionalidad, madurez e inteligencia emocional, todo esto se requiere para la exégesis no solo de la obra sino a también del artista.

Hablar de la pintura de Hugo Almonte es develar de una u otra forma al hombre que hay detrás de su arte. Es dejar al descubierto el morbo que le corroe y que le insita a pintar con frenesí aquello que quiere decir sin tapujos. La voz del artista casi siempre es “la voz del que clama en el desierto.” Lo que el pintor crea es lo que él es, lo que mira es su Yo interno, su mundo imaginario; cada inventiva es un autorretrato pues su personalidad siempre queda plasmada como huella indeleble en cada obra que realiza. Su narrativa son notas biográficas, el licor de su melancolía es la alegría que se construye a solas y aquella risa que nace como fruto de sus lagrimas, es la prisión que le libera.

Digo todo esto, porque la pintura de Hugo Almonte nos sumerge en un estado de relajación lúdico, sensorial y metafísico, donde habita el silencio de lo onírico allá en el mismo corazón de la psiquis. Fuerza color movimiento luz, pueden ser diversas formas de interpretar la tendencia y la temática de la pintura de este artista que con una postura de vanguardia se lanza con conciente determinación en busca de un espacio en el complicado y riguroso mundo de la plástica. De manera muy especial me ha llamado la atención lo vibrante de su carpeta pictórica y su retórica sórdida… apasionante…delirante…

¿Qué hace tan interesante su trabajo para que fijemos en él nuestra atención? Primero, la narrativa de su discurso es legible, es decir comunica de manera diáfana aquello que desea expresar. La intuición para saber sintetizar una obra visual es la virtud de los maestros o de aquellos que tienen talento. Segundo, porque sus signos y simbologías son preludio de una semiótica muy personal que deja al descubierto su capacidad creadora. Tercero, es un artista que trabaja a diario, persiste en el trabajo como guardián de su don o sacerdote de su oficio. La constancia y la perseverancia hacen al artista.

Hugo Almonte, convierte los espacios en habitad de una discursiva donde el drama es metafísica y es color. En obras como “La Revolución de la Conciencia”, “Fragmento del Plano Astral”, “Experiencia Mística”, “Residuos de un Sueño” y “la Incubadora de Ilusiones” pone de manifiesto su curiosa persistencia sobre asuntos trascendentales que pueden ser asociados con lo espiritual, lo esotérico o lo metafísico. Las formas en sus pinturas son heridas profundas producidas por la geometría y las líneas. Prevalecen debido a ello, atmósferas de luz, contrastes in sinuosos, manchas efímeras, en fin el objeto de su obra y la razón de su discurso es el color; narcisista raíz y protagonista de su inventiva pictórica; constructor de volúmenes, conquistador del dibujo y promotor de imágenes.

¿Acaso serán sus cuadros un reflejo de su estado existencial? Eso no lo sabemos, abrir los ojos del corazón nos ayudarían a ver lo que hay codificado en las pinturas de Hugo Almonte. La nada no existe, es mas bien la excusa de muchos para no encontrarse frente a frente con la realidad que a veces duele pero que a la postre es taumaturga; las heridas sanan con la verdad pura e inmaculada. Algo dirán sus obras de manera personal y particular si escuchamos con los oídos de la espiritualidad. En el plano contemplativo, podemos percibir en la obra de este artista una estética elemental que es a su vez, sujetiva…cautivadora…dominante…envolvente…el caudal de energía que emana de su trabajo proviene de la nobleza de su espíritu donde no hay crisis ni catarsis ni paranoia ni perturbación.

Entendemos a pesar de todo que apenas empieza su peregrinar, que aun falta mucha tierra que trillar muchos caminos que recorrer muchas cosas que aprender y madurar mucho que dar y recibir muchos estadios que vivir y sentir, mucho que experimentar. De lo que hablamos no es de predicción profética, no hay barita mágica porción o brebaje no hay formula secreta ni nada que se le parezca; es un asunto de formación, de determinación de asumir este oficio con integridad, perseverancia, consistencia, amor y pasión siempre, para convencer y convertir ya que el artista muere cuando sacia su sed por eso muchos se vuelven insípidos, repetitivos, debilitados, carentes de frescura sin vitalidad sin renovación sin nada que dar ni nada que decir. El poder del artista no esta siquiera en sus habilidades natas o adquiridas, esta en su fe en si mismo en lo que hace y en lo que quiere ser, es por ello que a Hugo Almonte le auguramos éxito y aplaudimos su trabajo pictórico.